lunes, 30 de enero de 2012

Tiempo


Una bomba a punto de estallar. Nacimiento y muerte. Llanto. Risa. Sangre. Evoca momentos que ya no están. Llama personas que ya se fueron. Busca néctares que ya no existen. Infancia eterna que se desgarra y retuerce hasta desaparecer. Alma. Espíritu. Entrañas.

Poesía, claro. Versos coronando deseos. Melodías amansando represiones oscuras y dolores feroces. Contradicción. Cinematografía. Pinceladas histéricas de colores fuertes y amarrillos que se comen otra infinidad de tonalidades. Desesperación. Animal salvaje a punto de devorar a la presa indefensa. Desencuentros. Preguntas. Amor. Siempre amor.

Un conjunto de hechos por acontecer. Historia pura. Ideas. Imaginación. Algo que nos está ahí esperando. Algo que nos acecha. Algo que nos asusta y nos busca. Algo que está acá. Acá y ahora. Presente. ¿Presente?.

Una madre pariendo a su hijo. El golpe que despierta al recién nacido. El ataúd que despide al difunto. Y las náuseas de aquel que tiene que seguir viviendo.

Es un “sin embargo”. Es la literatura de Jorge Luis Borges. Son las fotografías de Cartier-Bresson. Es Arthur Schopenhauer. Lo sagrado. Lo puro. Lo invisible. La delgada línea que separa lo inocente de lo tremendo.

Un confluir de espacios donde estuve, donde estoy y donde estaré. Un lugar que desconozco. Un acuerdo con el diablo que jamás pronuncié pero que me quema por dentro. El tic tac de un par de resortes viejos y ruedas oxidadas. Flujo. Un constante devenir.

Tormenta. Calma. Naturaleza. Vida. Cadenas.

Prisión.

Prisión.

Prisión…

Un infinito retorno. Culpa. Falta de aire y sorpresa al regresar siempre al mismo lugar. Equivocarse, aprender. Saber que jamás tendré la oportunidad de volver. Y volver. Mil y un veces, volver.

Aunque es todo. Y nada. Lo sé.

1 comentario:

ricardo emilio bianco dijo...

qué escrito!!!! la literatura te espera